Hace unos meses, después de acumular unos kilos de más en poco tiempo y encontrándome en medio de una vorágine cocinillas, decidí que antes de ponerme a hacer dieta lo mejor era volver a hacer deporte. El problema es que los gimnasios no van conmigo –soy la típica que paga y no va-.
Así pues, me puse a buscar alternativas y encontré unas clases a las que yo llamo “clases de correr” –entrenamos todo el cuerpo pero sobre todo corremos- en las que tuve la suerte de dar con un entrenador loco -¡Hola Jordi!- que me machaca hasta que ya no puedo más y me ha puesto en forma en un tiempo récord –aunque todavía queda mucho trabajo por hacer-.
El tema es que, pese a que era evidente que mi cuerpo cambiaba –han salido tantos músculos que tengo la sensación de estar hackeando mi cuerpo-, el peso era más o menos estable –el volumen no-. Así que decidí comprarme una báscula de bioimpedancia eléctrica para controlar el porcentaje de grasa y músculo de mi cuerpo, que es lo que realmente está cambiando.
Mi primera intención, como buena friki de los cacharros, fue comprarme una Withings, por aquello de que se conecta vía WiFi y te hace unas estadísticas molonas, pero por suerte investigué un poco más y llegué a una conclusión básica.
Medir el cuerpo entero
La primera y más importante es que el 90% de las básculas de bioimpedancia eléctrica del mercado te miden la grasa hasta el bajo vientre –es decir, con suerte te miden el culo-. Si no tienes la grasa bien repartida te sirven de poco.
Esto se debe a que la corriente eléctrica que emiten no puede llegar más lejos, por lo que si quieres una medición completa hay que comprarse una que mida el cuerpo entero. Estas son las básculas que disponen de un mango para agarrarlo con las manos y que emiten otro haz de corriente a través de los brazos.
La precisión de las básculas de bioimpedancia eléctrica
Existen varios modelos en el mercado y no me atrevo a decir cuál es mejor, puesto que otro tema es que estas básculas no son del todo precisas midiendo la grasa. El método más fiel es el plicómetro, pero usarlo no es fácil y tampoco rápido, así que no sirve como método de control habitual.
Las básculas de bioimpedancia no son precisas porque, al utilizar la electricidad, la medida puede variar dependiendo de nuestro nivel de hidratación, por lo que recomiendan utilizarlas siempre en el mismo momento del día –lo mejor es nada más levantarse, habiendo ido al baño y sin haber bebido nada-.
Existe una desviación por la hidratación, pero la mayor parte de las veces sólo notaremos algunos picos raros cuando retenemos líquidos –cosas de chicas- pero, según mi experiencia, por lo general la medida es bastante ajustada. Aunque no hay que tomarla como una medida absoluta, sino como una tendencia.
El único fallo que le veo a la báscula es que debí habérmela comprado antes de empezar a entrenar, ver la evolución de las primeras semanas habría sido muy interesante.
Báscula Omron, la compra final
Entre todas las básculas que vi, finalmente me decidí por la Báscula Omron, debido a su inigualable calidad/precio. Omron es un conocido fabricante de aparatos médicos, lo que me dio bastante confianza en sus mediciones.
La segunda opción, también muy recomendable era la báscula Tanita -una reconocida marca de básculas-.
Hola Susana!
Me encanta tu blog, estoy intentado poner un poco de orden y una dieta más saludable en mi vida… Me podrías decir dónde compraste tu bascula? Conoces algún medico de medicina deportiva o una nutricionista que me recomiendes en Madrid?
Muchas gracias por todo!!
Saludos
Gracias por tus comentarios Luana.
La verdad es que no conozco profesionales en Madrid, yo vivo en Barcelona, así que no puedo ayudarte.
La báscula la compré en Amazon.
Hola!!!!
Que tal va la bascula??? Estoy pensando comprarme una… Me la recomiendas???
Patri.